Eugenia
Alejandro Filio
Déjame que te robe un beso
como roba la tarde en el silencio
diez minutos al reloj.
Déjame que me instale al centro
de tu pecho como si fuera cierto
que tu boca me llamó.
Deja que el tiempo nos demuestre que los dos
estamos hechos corazón a corazón,
corazón a corazón.
Déjame que te invente un sueño
como suave por tu cabello bajan
hasta tus hombros luna y sol.
Deja todo y escapa ahora
por el espejo sola y miedo adentro
interrumpiéndome la voz.
Guarda el secreto de esta noche en tu buró
del mundo a un beso y de las once hasta las dos,
y de las once hasta las dos.
Eugenia, diluvio de estrellas.
Eugenia, de un paso a tu huella,
quién puede llegar.
Deja el pacto de un hasta luego
por si acaso cayera en este juego
mi inocente corazón.
Deja tiempo para el encanto
y la luz encendida de tu cuarto
por si encuentro una razón.
Deja una nota si tuvieras que salir
que poco importa si no te olvidas de mí,
si no te olvidas de mí.
Deja incienso para la sala
y en ese piano negro media escala
por si llega una canción.
Déjalo cual dragón chimuelo
y no le cuentes que si acaso vuelvo
es porque debo algún perdón.
Deja la llave y un te quiero en el jardín
que a media tarde no respondo bien por mí
y nunca encuentro a donde ir.