Martirio
Enrique Santos Discépolo
Solo...
¡increíblemente solo!
vivo el drama de esperarte,
hoy...
mañana...
siempre igual...
¡Dolor que muerde las carnes,
herida que hace gritar,
vergüenza de no olvidarte,
si yo sé que no vendrás!
¡Solo!
¡Pavorosamente solo!...
como están los que se mueren,
los que sufren,
los que quieren,
así estoy... ¡por tu impiedad!
Sin comprender,
por qué razón te quiero...
Ni qué castigo de Dios
me condenó al horror
de que seas vos, vos,
solamente sólo vos...
Nadie en la vida más que vos
lo que deseo...
Y entre la risa y las burlas
yo arrastré mi amor
¡llamándote!...
Fiebre
de pasiones maldecidas,
que uno trae desde otras vidas
y las sufre hasta morir...
Dolor de bestia perdida,
que quiere huir del puñal,
yo me revuelco sin manos
pa' librarme de tu mal...
¡Solo!...
¡Despiadadamente solo!...
mientras grita mi conciencia
tu traición
¡la de tu ausencia!
hoy... mañana...
siempre igual...