Con un latido del reloj
Extremoduro
Ya sé qué quieres. Ya sé qué intentas:
tenerme todo el día, metido en tu despensa.
Dime: ¿quién eres? ¿Qué te atormenta?.
Te doy todo mi esperma, y no sé si te alimenta.
Salgo de casa muy despacito,
y por las noches me vuelvo loco;
doy media vuelta, y no necesito
estar tan cerca de ti.
Me quedé sentado en la parte de atrás,
medio desquiciado. Me hicistes entrar,
y me quedo en el pasillo…
Hay gato encerrado en tu forma de hablar;
alguien nos estorba, y yo quiero saber quién es.
¿Quién es?. ¡¡¿Quién es?!!.
Abro la puerta, y soy yo también quien entra.
Me gustaría poder salir fuera de mí…
Hago preguntas que nadie me contesta,
y a medianoche, mi corazón empieza a latir. Tac, tic, tac…
Nos tocamos con cuidado, nos hicimos esperar,
sin saber que hacer: no hace falta hablar.
Nos cogimos de la mano, nos echamos a volar,
y a la vez reir, y a la vez llorar.
Me siento tan cansado… Suena el timbre otra vez;
cuando estás a mi lado, no quiero saber quién es.
Desconectado, y no sé por qué, y tampoco entiendo
que ya no sales en mis sueños.
Como un reloj, te tengo en la cabeza a todas horas;
compréndelo, que tenga miedo a estar contigo a solas.
Te alejaste demasiado, nos dejamos de mirar,
y a la vez reir, y a la vez llorar.
Y cada uno por su lado, nos echamos a volar,
y a la vez reir, y a la vez llorar.