El Poema Negro
Gillman
Cuando moría me abrazo
Y con voz quebrada y lastimera
Me dijo que en recuerdo de este amor
Me dejaba su blanca calavera
Que la robara de su propia tumba
Y que en mis horas alegres o de duelo
Su espíritu vendría desde el cielo
Y a través de ella me vería
Y el tiempo pasó
Siento su voz
Reclamándome
¡Cumple tu promesa!
Al fin llego la noche
Llena de oscuridad y viento
Batiéndose la lluvia y los truenos
El mar rugía a lo lejos
Ardiente el corazón y presa de terror
Escale la muralla de los muertos
Sentí de inmediato su presencia
En aquel viejo cementerio
Nada cambiara
Siempre estarás allí
Mirándome
Aunque tus ojos ya
¡... No me puedan ver!
Por las calles sombrías
Del desierto camposanto
Llegue así a mi destino
Rodeado de coronas y de santos
Una lámpara me dio el brillo
Rompí su mármol con un martillo
Una ráfaga pestilente
¡... Un fuerte olor a muerte!
Al fondo de la caja
Entre vendajes y mordajas
Olas hirvientes de gusanos
Se la tragan lentamente
De sus brillantes ojos
Quedan dos grandes huecos
Y de esa boca que era tan apasionada
Una muda y terrible carcajada
Este amor
Es mi dolor
La locura
Contra la razón
De su belleza que radió cual astro
No había allí tan siquiera un rastro
Era un informe y corrompido andrajo
La mire contristado, mudo, inerte
Medité en los festines de la muerte
Y me hundí en el sepulcro abierto a tajo
Temblorosas tendiéronse mis manos
Al inmenso hervidero de gusanos
Busqué de la garganta las junturas
Nervioso retorcí, hubo traquidos
De huesos arrancados y partidos
Hasta que hollando vi las sepulturas
Huí miedoso entre las sombras crueles
Creyendo que los muertos en tropeles
Levantaban su forma descarnada
Corriendo a rescatar su calavera
Esa yerta y silente compañera
De la lóbrega noche de la nada
Eso pasó... Fue ayer... Hoy, en mi mesa
Cual escombro final de su belleza
Helada, muda, lívida e inerte
Sobre mis libros en montón reposa
Cual una gigantesca y blanca rosa
¡Que ostenta la risa de la muerte!
Sus grandes cuencas como dos cavernas
Me miran inmóviles y eternas
Y soñando la veo transformarse
En lo que era y comienza acercarse
Me siento suyo, la siento mía
Pero pronto mis pupilas me despiertan
Para mostrarme la imagen de la muerte
Que estática y sombría me contempla
Cuando yo me muera
Linda calavera
Me acompañarás
Hasta la eternidad