Manos Adoradas
Horacio Sanguinetti
Las manos que yo quiero, las manos que venero
No son color de rosa ni tienen palidez
Sus dedos no parecen diez gemas nacaradas
Tampoco están pintadas ni tienen altivez
Son manos arrugadas, tal vez la más humildes
Y están cual hojas secas de tanto trabajar
Son estas manos santas las manos de mi madre
Aquellas que me dieron con todo amor el pan
Las manos que yo quiero, las manos de mi madre
Ligeras como aves volando siempre van
Las manos de mi madre por ágiles dichosas
Si no hacen siempre algo tranquilas nunca están
Por rústicas y viejas, ¡qué bellas son sus manos!
Lavando tanta ropa, cortando tanto pan
Corriendo por la casa, la mesa acariciando
Buscando en el descanso la aguja y el dedal
Las manos que trajeron la lámpara a mi cama
Tapándome la espalda en el invierno cruel
Que cuando estuve triste mis lágrimas secaron
Que cuando estuve enfermo, acariciándome
¡Oh, manos adoradas! ¡Oh, manos llenas de alma!
En ellas yo quisiera mi frente refugiar
Y tristemente digo: ¡qué lejos que se encuentran
Qué lejos de mi angustia y de mi soledad! Te amo Mama