El
Pedro Aznar
Los ojos de tu carne ven el brillo
Del insufrible sol, tu carne toca
Polvo disperso o apretada roca;
El es la luz, lo negro y lo amarillo.
Es y los ve. Desde incesantes ojos
Te mira y es los ojos que un reflejo
Indagan y los ojos del espejo,
Las negras hidras y los tigres rojos.
No le basta crear. Es cada una
De las criaturas de Su extraño mundo:
Las porfiadas raíces del profundo
Cedro y las mutaciones de la luna.
Me llamaban Caín. Por mí el eterno
Sabe el sabor del fuego del infierno.