Caína
Rubén Blades
Te agita y te enreda, pecadora; después que la
abrazas, te devora; no se puede querer a la Caína,
no se puede creer en la Caína.
Tú crees que la tienes controlada, pero tú sin ella
no eres nada; no se puede querer a la Caína,
no se puede creer en la Caína.
No se puede querer a la Caína.