Los Domingos
Victor Manuel
Los domingos, siempre son días tristes;
siempre acabo la tarde añorando otros tiempos;
cuando un domingo era igual a otro domingo
era por ejemplo,
levantarse más tarde y bajo la mirada vigilante de la madre,
darse un baño y peinarse con fijador el pelo
y arreglarse las uñas;
ponerse la corbata
y correr a la misa de los frailes;
y al cruzar el río Caudal, verlo blanco,
porque en los lavaderos de carbón no trabajaban.
Y ayudar a la misa
y esperar el regaliz del hermano Director;
y jugar al balón o jugar al frontón.
Luego, al mediodía, de la mano de padre,
tomar medio vermut con aceitunas.
El rosario a las tres y aquel olor a incienso
que tenías que oler por no perder tu puesto.
Y la tarde en el cine viendo alguna función
que te hiciera volar y soñar algún cielo irreal.
Y a la noche acabar los deberes y en la cama pensar
que mañana será otra jornada con mucha menos luz;
abrazarse a la almohada y soñando escuchar
la voz tan familiar que son las ocho ya.