Peregrino
Abel Pintos
Sin pensarlo, sin dudarlo, no tardó un minuto más.
Dejó lágrimas a un lado y arrancando su dolor,
escribió una despedida, regó un beso en el papel:
"Mientras no pueda ayudarlos, padre, ya no volveré.
Buscaré por cielo, tierra y andaré sin descansar.
Cargaré con mi mochila, quiero mi oportunidad.
Alguien me dará una mano sin faltar a la verdad.
Lograré una vida nueva y pronto los vendré a buscar.
Hallaré por el camino alguien como yo.
Somos peregrinos cruzando la inmensidad.
Como planta por nacer, nuestro sueño busca el sol.
Como un árbol quiere estar,
sin regarle las raíces no florecerá.
Muerde el hambre a la inocencia.
La conciencia viene y va.
Las miradas se transforman en paredes de cristal.
Se desangra la esperanza por no poder explicar
¿Qué pecado cometimos para no tener el pan?
Es la ley de mi destino la que aquí se cumplirá.
No sé a dónde va el camino, pero sé de caminar.
No me asustan las caídas, nunca dejo de soñar.
No se olvida a quien camina y deja huellas al andar.
Hallaré por el camino alguien como yo.
Somos peregrinos cruzando la inmensidad.
Como planta por nacer, nuestro sueño busca el sol.
Como un árbol quiere estar,
sin regarle las raíces no florecerá".