Canto a Santiago
Ángel Parra
El tiempo cambia el espacio
y el hombre no encuentra su alma,
el tiempo le da dinero
y oscurece la mañana.
¿Qué pasó con el recuerdo,
la ventana de la casa?
¿Alguien encuentra el amor
en la tarde de una plaza?
El guasca corre y se agita,
también él tiene su llaga.
La capital ha crecido,
tanto caminar por nada.
Taparon la cordillera
qué pasó con la cañada.
Sólo queda el organillo
que en ese bar se emborracha,
huyendo siempre del tiempo
que le aprisiona la espalda.
El canto de amanecida
lo va cantando el obrero.
A las cinco ha de partir
sin guantes y sin sombrero.
Para repartirse el frío
o la escarcha del invierno,
en la tarde su vinito
y en la noche su desvelo.
La máquina de metal
que el tiempo trae a su paso
se confunde con la niebla
en una gigante mano
que tritura con su fuerza
el cerro, el río y el árbol,
dorado sol de recuerdos,
lento memoria alejando.
Buscando en el sur violento
el relámpago y el rayo,
¡que me cubra el temporal
o el viento sur desatado!
Así tal vez purifique
el agua de este pantano.