Desencanto
Enrique Santos Discépolo
¡Qué desencanto más hondo,
qué desencanto brutal!
¡Qué ganas de hecharse en el suelo
y ponerse a llorar!
Cansao de ver la vida,
que siempre se burla
y hace pedazos
mi canto y mi fe.
La vida es tumba de ensueños
con cruces que, abiertas,
preguntan... ¿pa' qué?
Y pensar que en mi niñez
tanto ambicioné, que al soñar
forjé tanta ilusión;
oigo a mi madre aún,
la oigo engañándome,
porque la vida me negó
las esperanzas que en la cuna
me cantó.
De lo ansia, sólo
alcancé su amor,
y, cuando lo alcancé,
me traicionó.
Yo hubiera dado la vida
para salvar la ilusión.
Fue el único sol de esperanza
que tuvo mi fe, mi amor.
Dulce consuelo
del que nada alcanza.
Sueño bendito
que me hizo traición.
Yo vivo muerto hace mucho,
no siento ni escucho
ni a mi corazón.